La sociedad cooperativa salineros de Colima fundada en 1925, trabaja con gran nivel de productividad y de organización rural. A 99 años de ser creada, ha logrado perdurar transmitiendo su cultura y tradición en la obtención de sal que desde los años 1450 ya se producía por indígenas en las inmediaciones de Cuyutlán en el vecino estado de Colima.
Toda una historia de hechos que hasta la fecha por herencia y tradición vienen trabajando socios de hasta cuarta generación logrando ser una de las cooperativas de producción de más larga historia en México.
En visita de campo del periódico AGRORURAL, conversando con Miguel Ramos y Luis Valdovinos, presidente y secretario de la cooperativa comentan que con 35 kilómetros de largo y no más de tres en su parte más ancha, b
aja profundidad y separada del mar océano pacifico por una franja de arena, los salares de la laguna de Cuyutlán son el sustento de innumerables familias que se benefician de las salineras, fruto de su trabajo que diariamente de las 4 a las 11 de la mañana, hacen de cada año; en sus aguas están las salinas o salares fuente de oro blanco para el mundo d
esde esta región en el occidente
de México.
Miguel y Luis son VOCES del campo para dar a conocer que en 1925 iniciaron con 400 socios y en la actualidad, “los activos 190 cooperativistas estamos dedicados a la cosecha, o zafra como se conoce también, proceso de recolecta, apoyados con los equipos necesarios para obtener la sal de esta laguna, una de las 3 mejores salineras del mundo”, dicen emocionados.
Miguel es VOZ para decir que la extracción se realiza por decantación solar, técnica heredada de sus antepasados indígenas, a la cual se han incorporado innovaciones relativas a las buenas prácticas de higiene y manejo de equipos. “Actualmente el agua salobre que se extrae del piso de la laguna por medio de bombeo, es vertida en una gran era o estanque recubierto de plástico negro, donde por acción del sol eleva su concentración salina y decanta otras sales más pesadas que el cloruro de sodio (potasio, boro, hierro, magnesio, etc); luego la salmuera concentrada se distribuye en eras más pequeñas, donde la sal cristaliza por efectos del sol y el viento. Por último la sal se recoge y se transporta a bodegas donde antes de ser empacada es yodada y fluorada”.
Durante la época de secas los mismos cooperativistas participan en la reconstrucción de los bordos que cada año se dañan al subir el nivel de agua de la laguna durante la temporada de lluvias. Luis Valdovinos dice que la cooperativa recibe apoyos, “esto lo comento porque estos no son fácil obtener; antes nos financiaba la banca comercial y ahora nos apoya la financiera agropecuaria CONSEDE con créditos incluyéndonos una capacitación administrativa; estamos trabajando en planes de comercialización a detalle para mercados que nos interesa adquieran la sal de esta cooperativa por lo que representa en su historia, mostrando que se trabaja cuidando la naturaleza y el entorno medioambiental pero sobre todo bajo una sólida organización social”.
De la historia, dicen que en el lejano año de 1600 el virreinato de entonces otorgó los derechos de pesquería en la laguna y por 3 siglos creó conflictos entre dueños de haciendas y las salinas porque los Cabildos de entonces no podían definir si los derechos eran solamente sobre el agua y sus peces o incluían el piso de la laguna de donde se extraía la sal. Este litigio, terminó en 1919 cuando el presidente Venustiano Carranza declaró a las salinas y la laguna de Cuyutlán como propiedad de la nación y a partir de esta declaración se concedieron permisos de explotación a las primeras cooperativas de salineros, siendo así que en 1925 se fundó esta Cooperativa que perdura hasta nuestros días.
Miguel Ramos y Luis Valdovinos son las voces de quienes viven las historias del campo mexicano