Eloísa Serrano
“La agricultura sustentable es ya una obligación para que el productor pueda obtener una mayor rentabilidad; es necesario cambiar modelos de producción y retomar la agricultura por contrato. Los efectos negativos de los actuales procesos, es un problema que debe ocuparnos a todos”.
La mayoría de nuestros alimentos son producidos en el suelo; la agricultura intensiva ha deteriorado a pasos agigantados éste recurso, la falta de capacitación al productor ha llevado a un mal uso de los agro insumos aplicados durante el proceso de producción ya que muchos de ellos se aplican basándose más en una meta de ventas que en una asesoría agronómica enfocada a la productividad y la conservación del suelo.
La seguridad alimentaria podría lograrse a través de los sistemas de producción sustentable donde el productor es el actor principal, pudiendo maximizar la utilidad de su inversión y el cuidado del uso del suelo que debe ser el objetivo; sin embargo la práctica utilizada ha sido buscar la utilidad hasta el momento de la comercialización ofreciendo su cosecha al “mejor” comprador ante los mercados.
No tenemos control alguno, el margen de utilidad podríamos también obtenerlo a través de prácticas sustentables que llevarían a tener un rendimiento mayor al aplicarlas: la recuperación de los suelos a través de siembra directa, incorporación de residuos, control biológico, entre otras prácticas, recuperaría los microorganismos que el suelo necesita para producir. Si estas prácticas se complementan con buscar certidumbre en la comercialización a través de los instrumentos de disminución de riesgo como las coberturas de precio, el productor obtendría una producción y comercialización que lo llevará a minimizar los riesgos que la agricultura conlleva y esto lleva a proteger su inversión.
En estos difíciles momentos, debemos evolucionar para adaptarnos a nuevas exigencias, adoptar formas diferentes de producir, adoptar nuevas tecnologías y sentirnos realmente del terruño, porque tal como lo estamos mirando, las tierras, nuestras tierras, pasarán a otras manos y a otros cultivos que están desplazando al maíz. El ejemplo está a la vista: el crecimiento imparable del agave que lo está sustituyendo a una velocidad vertiginosa restando superficie al maíz.
Es verdad que el productor de maíz y trigo, donde me incluyo, hemos sido afectados por la incertidumbre de las políticas públicas determinadas y veo que es difícil obtener tierras con rentas a costos accesibles.